En breve tendré 27, faltan menos de dos semanas, y retrotayendome a mis anhelos pasados esperaba más de mi mismo a estas alturas. No me autocompadezco, ni mucho menos; pero me hubiera gustado lograr realizar más sueños de los que he conseguido hasta ahora y si no lo he hecho ha sido por mi culpa.
Tengo 26 años y un trabajo que no me gusta en una ciudad que no me gusta para vivir una vida que no me gusta. Yo y mi destino, ambos tan torpes, han confeccionado mi trayectoria hasta el teclado frente al que me siento ahora mismo; pero tengo fe en mis posibilidades y SÉ que en cualquier momento lograré darle la vuelta a la tortilla para escapar y escupir sobre la asquerosa rutina una y mil veces. No se que voy a hacer, pero estoy en alerta, preparado para aprovechar la más fugaz de las oportunidades y, por supuesto, rastreando sus pasos incansable.
Últimamente estoy perdiendo el apetito. Como a deshoras, con desgana, porque se cuanto necesito noseque vitaminas, minerales y otros nutrientes. A veces se me pone mal genio. A veces escribo poseso en mi libreta del todo a 100. A veces, pocas, tarareo canciones que de verdad amo. Muchas veces lloro. A solas. Otras muchas, absurdo de mí, como siempre, estoy seguro de poder arreglar el mundo. Las menos, cobarde, me conformaría con poner tierra de por medio.
No sé donde está Dios. Debería estar en el cielo azul, en los árboles, en los gatos negros que me cruzo al atardecer, en las sombras... pero últimamente todo ello me parece artificial, como una cruel mentira colocada a propósito para perderme. Y nunca estuvo en una iglesia. Está tapado con asfalto y hormigón, eso si lo sé, pero no será por siempre. Todo debería, debe, volver a su cauce. Y ojalá pudiera verlo. Pero tengo casi 27 y es probable que no llegue a ver el mundo que deseo. No tengo tanto tiempo.
Tengo 26 años y un trabajo que no me gusta en una ciudad que no me gusta para vivir una vida que no me gusta. Yo y mi destino, ambos tan torpes, han confeccionado mi trayectoria hasta el teclado frente al que me siento ahora mismo; pero tengo fe en mis posibilidades y SÉ que en cualquier momento lograré darle la vuelta a la tortilla para escapar y escupir sobre la asquerosa rutina una y mil veces. No se que voy a hacer, pero estoy en alerta, preparado para aprovechar la más fugaz de las oportunidades y, por supuesto, rastreando sus pasos incansable.
Últimamente estoy perdiendo el apetito. Como a deshoras, con desgana, porque se cuanto necesito noseque vitaminas, minerales y otros nutrientes. A veces se me pone mal genio. A veces escribo poseso en mi libreta del todo a 100. A veces, pocas, tarareo canciones que de verdad amo. Muchas veces lloro. A solas. Otras muchas, absurdo de mí, como siempre, estoy seguro de poder arreglar el mundo. Las menos, cobarde, me conformaría con poner tierra de por medio.
No sé donde está Dios. Debería estar en el cielo azul, en los árboles, en los gatos negros que me cruzo al atardecer, en las sombras... pero últimamente todo ello me parece artificial, como una cruel mentira colocada a propósito para perderme. Y nunca estuvo en una iglesia. Está tapado con asfalto y hormigón, eso si lo sé, pero no será por siempre. Todo debería, debe, volver a su cauce. Y ojalá pudiera verlo. Pero tengo casi 27 y es probable que no llegue a ver el mundo que deseo. No tengo tanto tiempo.
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