Yo, la décimonovena reencarnación de Don Quijote.
Soy el poético fracaso de lo bello, el heroe muerto por espina de pescado, el fantasma de todos los niños, y yo, el decimonoveno Don Quijote, soy la conciencia que no quieren escuchar, paladín en una guerra incruenta, y la verdad patética y lastimera de la existencia.
Soy el heroe muerto sin honor en accidente, sí, pero también el musgo sobre mis huesos podridos, y las zarzas coronadas por flores color rojo cielo que suben por mi craneo. Soy el viejo muerto por infancia, el niño que muere de viejo; y aún sigo vivo en la arcilla virgen y en cada hoguera que arde bajo la luna.
Soy la bufonada, el brazo perdido de Cervantes, la más dulce canción de cuna entonada por borrachos...Pero soy el decimonoveno Don Quijote: Me tumban y beso la tierra al levantarme, me muerden y riego los huertos con mi sangre, me castran y del olivo quemado aún cosecho.
Yo soy la decimonovena reencarnación de Don Quijote.
Yo soy la decimonovena reencarnación de Don Quijote.
Yo soy la decimonovena reencarnación de Don Quijote.
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