Hay un minuto cada noche,
un minuto cada noche,
en que todo tiene un único sentido.
Un minuto en que estoy tan muerto que vivo,
en que puedo estar podrido,
en que puedo estar consciente.
Es el minuto de odiar cada puesta de sol
y cada aullido a la luna;
De adorar a los demonios
de las profundidades
de las almas errantes
de mi (in)existencia.
El minuto en que
te sacaría el corazón con una mano
sujetándo tus caderas con la otra.
Hay un minuto en cada noche
para purgar cada deseo con fuego
y para escupir a las brasas cada venenosa simiente de rabia.
Hay un minuto cada noche,
en que no hay contemplaciones.
En que podría clavarte a una pared
ignorando toda construcción mental
racional,
torpes barreras ficticias
que impiden que te derrumbe en el muro,
y a mi contigo
y a la pared,
que es fin,
blanco, denso y tozudo,
entre nosotros.
En que nos destruiría por puro amor.
Hay un minuto cada noche en que cerraría este círculo,
un minuto en cada noche,
Un minuto como este.
un minuto cada noche,
en que todo tiene un único sentido.
Un minuto en que estoy tan muerto que vivo,
en que puedo estar podrido,
en que puedo estar consciente.
Es el minuto de odiar cada puesta de sol
y cada aullido a la luna;
De adorar a los demonios
de las profundidades
de las almas errantes
de mi (in)existencia.
El minuto en que
te sacaría el corazón con una mano
sujetándo tus caderas con la otra.
Hay un minuto en cada noche
para purgar cada deseo con fuego
y para escupir a las brasas cada venenosa simiente de rabia.
Hay un minuto cada noche,
en que no hay contemplaciones.
En que podría clavarte a una pared
ignorando toda construcción mental
racional,
torpes barreras ficticias
que impiden que te derrumbe en el muro,
y a mi contigo
y a la pared,
que es fin,
blanco, denso y tozudo,
entre nosotros.
En que nos destruiría por puro amor.
Hay un minuto cada noche en que cerraría este círculo,
un minuto en cada noche,
Un minuto como este.
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